viernes, 30 de agosto de 2024

Poesía azul con lunares

 *

Casémonos antes de que se termine el mundo

Poné tu mano en mi muslo, 

como si fuera el apoyabrazos del sillón de tu casa


Dame ese instante 

para que cuando colapse todo

tenga de dónde agarrarme. 


*

La toalla azul con pintas blancas

se sacudió en la soga de la terraza de enfrente

sola, durante varios días.

En ese tiempo, llovió tanto 

que los lunares parecían borrarse

Y entonces la toalla ya no estaba. 

Juanita observaba atenta desde su ventana hasta que salió el sol.

Sería mucho más fácil para ella ser un robot. 


*

Le traía un sándwich de huevo todas las mañanas,

un té con leche y azúcar, 

y se sentaban a disfrutar del sol 

hasta que se escondiera, recién entrada la tarde.

Un día, antes de la primera nevada, tuvieron que abrazarse.

Después, no le trajo más sándwiches ni té; 

el abrazo terminó rápido,
se le hizo imposible soportar el frío.


*

Compró maquillaje,

un vestido simil terciopelo,

varias camisas a la última moda,

unos zapatos de cuero que costaban un cuarto de su sueldo,

y acomodó todo en su armario.

Cuando la invitaron a salir, 

dijo que prefería quedarse en casa para no gastar.


viernes, 20 de octubre de 2023

Tres agujas

Cuento escrito para la hermosa Revista Vivo Jujuy.

Ana, Emilia y Victoria tejían en el telar. Se juntaban todos los días desde hacía muchos años en la casa de la primera, que quedaba arriba de la colina. Desde ahí se podían ver las mantas coloridas de tierra y minerales, abrigando el azul helado del cielo. Sentadas en el suelo sobre unos almohadones hacían movimientos repetitivos, de izquierda a derecha, como si estuvieran mecanografiando sus pensamientos con lana de guanaco. Verano, otoño, invierno y primavera se las veía con sus pulóveres de lana y polleras estampadas con bordes empalidecidos por la constante recolección de polvo.


Ana tenía una belleza casi simétrica. Pero era precisamente en sus irregularidades en donde se escondía el secreto de su hermosura. La gente se obsesionaba con mirarla. Sus tapices parecían provenir de la misma fuente estética, como extensiones orgánicas de su esencia más íntima.


Emilia era seria y trabajaba con la mirada siempre fija en su obra, aunque daba la impresión de que no estuviera realmente allí su atención. Tejía guantes, bufandas y medias mientras tarareaba melodías misceláneas que contrastaban con la uniformidad de sus diseños. De vez en cuando asomaba sus ojos por encima de la lana para inhalar el paisaje y suspirar. 


Victoria era alegre, contaba historias de las cuales ella misma se reía con una musiquita divertida. Si algún extranjero pasara por ahí, apreciaría a las tejedoras como una escena inmóvil, una escultura quizás o un cuadro, si no fuera por sus movimientos juguetones. Así y todo, sus tejidos eran los más complejos, intrincados y prolijos. Hacía mantas, chales y, ocasionalmente, era a ella a quien se le encargaba algún vestido de novia. 


Un día a la semana se dedicaban exclusivamente a coser las piezas. Era la tarea más tediosa, por requerir atención y así trastornar el ritmo automático, como un trance, al que se solían entregar. Asignar un día para resolver las actividades más aburridas era estrategia común en el oficio, como también una vez al mes se debían ocupar de hacer cuentas y comprar materiales. Con una aguja de siete centímetros, de ojo grande, unían el frente y dorso de guantes y ponchos, cosían los extremos de los gorritos, y escondían los hilos sueltos para asegurar y emprolijar las terminaciones de mantas y bufandas. El último viernes de marzo, cuando ya iba quedando atrás el húmedo invierno andino, Ana, Emilia y Victoria dejaron los telares y empezaron a coser. 


Ana clavó su aguja y Emilia hundió su mano en el alfiletero al mismo tiempo en que Victoria se preparaba para hilvanar la lana. Pero con una torpeza inexplicable, Ana apuntó accidentalmente a la huella del pulgar, la mano de Emilia se encontró con el filo de una tijera y Victoria se pinchó el labio mientras sostenía la aguja con su boca. Tres delgados arroyos de sangre se encontraron en el suelo formando una especie de ovillo de tres puntas. Entonces Victoria vio los cuerpos de sus amigas tensionarse, desde las articulaciones a través de los músculos, hasta llegar a las extremidades, las manos rígidas con los dedos apuntando hacia arriba. La piel fue empalideciendo y volviéndose dura como un tronco, visiblemente áspera y engrosada. Enmudecidas, Ana y Emilia quedaron inmóviles como cardones, sosteniendo cual puas sus agujas de coser.


Victoria intentó levantarse pero sintió un hormigueo en todo el cuerpo. Entonces el sol se puso, salió la luna, y el día y la noche se sucedieron una infinidad de veces mientras ella sentía su carne desintegrarse lentamente en el aire. Las estaciones cambiaron, llevando consigo las espinas y secando los tallos de sus amigas hasta que desaparecieron por completo ante sus ojos, que ya no tenían forma, ni párpados para resguardarse, ni manos laboriosas en donde fijarse. Si algún extranjero pasara por ahí, no vería rastro de las tres tejedoras. Solamente es sabido que desde entonces los relojes suenan con una musiquita divertida.


sábado, 25 de septiembre de 2021

Amor Andrógino

Este poema que escribí ha sido publicado en la revista digital Aleteo Poético 

En puntas de pie me adentro
en el bosque encantado
de amor andrógino, lógico
es que tiemblen mis piernas.

Recuerdo aquellas lecciones:
si se vive con miedo
se vuelve insípido, errático
el rumbo del cobarde.

De penas o de alegría
no sé bien por qué lloro.
Ofrendo lágrima, acérrima
defensora del alma.

La dádiva es celebrada
con la mano extendida.
El mundo exótico, un lúdico
universo divino.

Palpita el tímido pecho
al ritmo de tambores.
Suspiros mágicos, tácito
el contrato sagrado.

viernes, 30 de julio de 2021

Sin título

Este poema que escribí ha sido publicado en la revista digital Aleteo Poético 

Yo, un estandarte, un emblema.
Yo, la fuente de todos mis problemas.
Amorfa su forma,
Yo, en tus ojos se deforma.
Difusos los bordes donde comienzo y terminas
y el Yo de ambos se transforma:
el famoso gran dilema.

Yo, podría ser mas bella esa palabra
pero Yo atraviesa, Yo taladra.
Yo repito, Yo repites -
un yoyó que se enreda
como una broma macabra.

Yo, una casa de naipes,
deconstruye y reforma.
Y no existe realmente,
pues es el simple reflejo
de tu Yo que se mira en el espejo.
Como Narciso, como Goldmundo,
Yo son tres, Yo son dos, Yo es uno,
y son millones de Yo en este mundo.

Y no existe realmente
una norma.
Yo es difuso, es amorfo,
es reflejo y es dogma,
es palabra, es problema,
una bandera, un emblema,
es pequeño y es grande,
es relleno y es horma,
es poema.

martes, 23 de febrero de 2021

Te extraño

Este poema que escribí ha sido publicado en el Issue 5 del Australian Multilingual Writing Project. La intención es honrar aquellas palabras que son únicas a una lengua y no se pueden traducir.


Te extraño
a ti que no tienes
frontera
Esta nostalgia me
enferma
Padezco el desarraigo
Convaleciendo, sin tierra
me siento
homesick

Te extraño
a ti que no tienes
nombre
Esta añoranza que
encarno
fluye por mis venas
El incurable desapego
se llama
saudade

martes, 16 de febrero de 2021

Con unos mates

Algunos de mis poemas se vuelven canciones, algunas de mis canciones se vuelven poema.




Esta mañana desayuné
un cigarrillo y un café.
No es que esté fumando mucho,
pero a veces esas cosas me hacen bien.
Anoche casi me desprendí
de un cariño que sentí
intensamente y de repente
en las redes de mi mente me perdí.

Lo que dijiste recordé,
que a veces hay que tener fe.
No es que esté dudando mucho
pero a veces la esperanza no se ve.

Si me das tiempo, quiero armar
en mi santuario un altar
con las diáfanas imágenes
que aparecen con solo respirar.

La vida pasa mientras espero
varada en un país extranjero.
Pero los ciclos siguen su ritmo.
La vida pasa y yo la disfruto lo más que puedo.

Esta mañana me perdí
en un libro que leí.
Está latente algo diferente,
un cambio que hace tiempo presentí.

Anoche me quise soltar
del marinero y el altamar;
tantas canciones con emociones
con las que nos podemos identificar.

¿Por qué me fui? No lo planeé,
si hace rato que escapé.
Sin un rumbo ni objetivo,
solo sigo los impulsos de mi ser.

No busco nada, ya encontré
en las cavernas de mi piel
la afluencia de existencia.
Ahora vuelvo con paciencia a renacer.

viernes, 28 de febrero de 2020

Uno

Este poema que escribí fue publicado en la revista Alborismos número 1

Recuerdo esas tardes en el lago rojo.
Nos sumergíamos y entonces los ojos 
ardían, no se veía más que ese fuerte carmesí.
Sí, ese vibrante color rojo
como la sangre.


Y nos descostillábamos de risa,
una risa antiséptica como el agua del lago
que vibraba de rama en rama, y luego hacia la raíz.
A raíz de ello las aves callaban, las serpientes callaban,
admiraban tal despojo
de inhibiciones. ¡Qué locura!
Locura de color rojo
como el lago.


Y las raíces se tentaron con esa risa contagiosa.
Quisieron ser parte de aquel alboroto
y nos agarraron las piernas,
se aferraron como abrojos.
Y nos hacían cosquillas en los pies.


Flotábamos en ese mar carmesí.
Me volví a sumergir, contuve la respiración
y luego reaparecí 
del otro lado de la escena, 
abrí el cerrojo, atravesé el portal. 
Es una metáfora, ¡ojo!
Como la vida. 
Recuerdo aquellas tardes en el lago rojo.
El recuerdo es ameno, mas un poco me acongojo.
Del otro lado no había más que lo mismo, pero al revés: 
Rojo el cielo, rojo el espacio sideral. 
Sí, carmesí,
como los labios.


Los labios rojos, los ojos rojos, 
ardían como un incendio
(es una exageración, sí)
como así también quedó el estómago flojo
y andábamos todos medio cojos
por un tiempo, luego pasó todo al recuerdo...
El recuerdo de las tardes en el lago rojo. 

viernes, 24 de enero de 2020

Nada es lo que parece

Este poema que escribí fue publicado en A voz limpia Vol 4

Un día amanecí lienzo en blanco
que pinté con todos los colores que conocía.
Luego salí a explorar en busca de más colores.

Un día amanecí playa de arena suave
donde comencé a dibujar un detallado mandala
que el mar se llevó sin dejarme terminar.

Un día amanecí niño,
sin juicios ni prejuicios, sin ideas aprehendidas,
y pasé todo el día saltando charcos y riendo sin razón.

Un día amanecí y era cielo nublado.
Y al mirarme, imaginaste siluetas y formas en mis luces y sombras,
y confundiste mis lunares con las estrellas.

Un día amanecí y era yo misma.
No tu interpretación de mí, ni las presunciones sobre mí.
Sin mentiras ni verdades, simplemente yo.

Hoy amanecí y no era nada.
Y en esa nada me senté a disfrutar de la posibilidad
de redefinirme nuevamente, cuando amanezca mañana.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Física, Química

Este poema que escribí fue publicado en A voz limpia Vol 4

Como un átomo conteniendo un Big Bang a punto de estallar;
una pequeña partícula insignificante, casi
invisible, imperceptible,
y al mismo tiempo colmada de materia.
Una minúscula caja de Pandora que alberga pasado, presente y futuro
superponiéndose, entrelazándose.

Como un átomo cuyo núcleo vibra -implosiona y se expande-,
late como un corazón agitado-
éxtasis, síntesis-
y rebota de un lado a otro, hacia lugares magnéticos
que lo atraen involuntariamente,
invitando, succionando.

Como un átomo que pertenece a un gran sistema de átomos
que se mueven instintivamente
buscando, sintiendo
el choque contra otro átomo del cual emane
una espectacular explosión de luz-
química, física.

Como un átomo que nunca se queda quieto
aun cuando está quieto
siendo, existiendo,
inhalando y exhalando hasta el final de su vida-
la expiración de sus funciones-
mutación, transformación.